A unas tres semanas de concluida la siembra de trigo, se termina corroborando una retracción en el número de hectáreas destinadas a nivel nacional. Más allá de que no descartamos una eventual corrección en sondeos posteriores, la retracción respecto a la campaña precedente rondaría las 600.000 has. En la medida que se extendía el clima seco, los perfiles superficiales agotaban sus reservas e impedía el desarrollo adecuado para las labores de cobertura. Esto resultó crucial en la mayor parte del centro del país y con mayor énfasis en el centro – sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y la provincia de Córdoba.
En el primer gráfico, situado al pie del presente reporte, apreciamos la composición de la superficie efectivamente implantada, realizando una segmentación entre las franjas agrícolas (norte, centro y sur). Así medimos la distribución de la presente campaña y la contrastamos con la anterior, dando cuenta que los retrocesos más acentuados se dieron en la primera y segunda en mención. Seguidamente, en la porción sur, abarcando la denominada “zona triguera” apenas se observa una caída anual del 2,3% y ganó participación en el total nacional.
En las provincias norteñas, donde los cultivos de trigo reflejan un desarrollo fenológico más avanzado, se hacen más notorios los efectos de la restricción hídrica. En estos casos, los cuadros están atravesando las fases de macollaje a floración (espigazón) y, de no aparecer registros pluviométricos a corto plazo, la situación se tornaría más comprometida. Sólo en determinadas zonas, como el sudeste de Santiago del Estero (Bandera y alrededores) y sudeste de Chaco (departamentos de Tapenagá y San Fernando) se identifican lotes en mejores condiciones y con cierta humedad que ayuda a cubrir las necesidades inmediatas del cultivo.
El panorama luce más benévolo si nos dirigimos hacia el centro – norte de Santa Fe, principalmente en los campos más próximos a la costa del Río Paraná. Los aportes de agua fueron algo más recurrentes y sustanciosos, aunque sin mucho margen para asegurar los niveles de humedad requeridos. Los cuadros están macollando y los más tempranos empezando la fase de encañado. Muestran condiciones adecuadas, pero con algunas salvedades en el sur de la región, como determinadas áreas del departamento de Castellanos. En este último, se han reportado signos de escasez de agua útil en las capas superficiales del suelo.
Desplazándonos hacia la región mesopotámica, los almacenajes hídricos son de adecuados a óptimos según la zona y, en este sentido, las plantas de trigo exhiben un estado de bueno a muy bueno. A grandes rasgos, transitan las etapas de macollaje y espigazón dependiendo la zona, ciclo y fecha de siembra. En contraposición a la situación descripta en los párrafos anteriores, en el extremo norte de Entre Ríos, aquellos cuadros que presentan condiciones más deterioradas responden a excesos hídricos.
En Córdoba, una gran cantidad de hectáreas ha quedado fuera del circuito productivo y sería un 27% inferior a la campaña 2021/22. Gran parte de la provincia está padeciendo las deficiencias hídricas y, teniendo en cuenta que los cuadros están comenzando a encañar, la demanda hídrica irá en aumento.
Los últimos episodios de lluvias se concentraron en Buenos Aires y esto se tradujo en mejorías en materia agronómica. Cabe aclarar que, en el centro – sur de dicha provincia, los trigos transcurren las primeras etapas fenológicas. Los requerimientos hídricos se consolidarán en las semanas siguientes y, a grandes rasgos, cuenta con un colchón de humedad apropiado para no perder potencial. Además, con las temperaturas actuales, cuentan con capacidad de espera a nuevos eventos de precipitaciones, siempre y cuando no se produzcan heladas intensas que irrumpan su ciclo.
A modo de resumen, en un segundo gráfico observamos la evolución de la proporción de hectáreas que presentan condiciones de buenas a excelentes, incluyendo la reciente recuperación explicada por la provincia de Buenos Aires. También se traza un comparativo con la evolución de las dos campañas previas, replicando niveles similares a los observados en 2020.